¿De qué te sirvió?
Las horas pasaron, los días,
semanas
y seguiste enojado frente al
mundo imperfecto
que no va a cambiar aunque
mostrés el enojo;
la vida siguió en sus días y
noches,
en su nuevo amanecer,
el de ayer, el de mañana,
y sin prestarle atención a tus
tiempos
el sol renació, la canción se
acabó,
la salida llegó y el café se
enfrió.
¿De qué te sirvió amargarte
minutos,
perderte cariños, seguir al
orgullo?
¿De qué te sirvió caminar en
reversa,
olvidar detenidos los ciclos,
dejar que se apaguen las
velas?
¿De qué te sirvió dejar
lágrimas derramadas,
si el dolor que sentías no se
fue con ellas?
Es que tarde o temprano las
nubes se corren,
y dan lugar a una vista
infinita,
a universos distintos, a un
sol más intenso,
a una estrella que no habías
visto.
¿De qué te sirvió cruzarte de
brazos,
mirar de reojo sin ver
realidades?
¿De qué te sirvió evitar los
momentos,
cansarte de nada, correr sin
destino
si detrás de tus pasos
quedó solo el polvo de un
viejo camino?
Pañuelos mojados,
consejos errados,
batallas perdidas,
y un sinfín de lamentos
que no hicieron más blandas
las piedras
ni pudieron sacarle tornados
al viento.
¿De qué te sirvió esquivar las
verdades,
borrar la memoria, bajar la
persiana,
si el amor y la magia estaban
por fuera
y la vida se trata de seguir
adelante?
¿De qué te sirvió bajar la
cabeza,
quedarte en la ausencia tirado
en el suelo?
De cara al futuro mirate al
espejo,
y entendé que ser libre es la
meta correcta;
de cara al mañana olvidá lo
complejo;
para pensar lo contrario,
“¿De qué te sirvió?”
Es la pregunta perfecta.
Max Belaeff – 09 de noviembre de 2020