La fábula del angelito

Huyendo despavorido de la escena de un crimen que no cometí, me senté y me puse a escribir. Es de esos caminos que no importa a dónde van, quizás voy a dejar que mis pasos... o mejor dicho, mis palabras, me lleven.

lunes, 9 de noviembre de 2020

 

¿De qué te sirvió?

 

Las horas pasaron, los días, semanas

y seguiste enojado frente al mundo imperfecto

que no va a cambiar aunque mostrés el enojo;

la vida siguió en sus días y noches,

en su nuevo amanecer,

el de ayer, el de mañana,

y sin prestarle atención a tus tiempos

el sol renació, la canción se acabó,

la salida llegó y el café se enfrió.

¿De qué te sirvió amargarte minutos,

perderte cariños, seguir al orgullo?

¿De qué te sirvió caminar en reversa,

olvidar detenidos los ciclos,

dejar que se apaguen las velas?

¿De qué te sirvió dejar lágrimas derramadas,

si el dolor que sentías no se fue con ellas?

Es que tarde o temprano las nubes se corren,

y dan lugar a una vista infinita,

a universos distintos, a un sol más intenso,

a una estrella que no habías visto.

¿De qué te sirvió cruzarte de brazos,

mirar de reojo sin ver realidades?

¿De qué te sirvió evitar los momentos,

cansarte de nada, correr sin destino

si detrás de tus pasos

quedó solo el polvo de un viejo camino?

Pañuelos mojados,

consejos errados,

batallas perdidas,

y un sinfín de lamentos

que no hicieron más blandas las piedras

ni pudieron sacarle tornados al viento.

¿De qué te sirvió esquivar las verdades,

borrar la memoria, bajar la persiana,

si el amor y la magia estaban por fuera

y la vida se trata de seguir adelante?

¿De qué te sirvió bajar la cabeza,

quedarte en la ausencia tirado en el suelo?

De cara al futuro mirate al espejo,

y entendé que ser libre es la meta correcta;

de cara al mañana olvidá lo complejo;

para pensar lo contrario,

“¿De qué te sirvió?”

Es la pregunta perfecta.

 

Max Belaeff – 09 de noviembre de 2020

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