La fábula del angelito

Huyendo despavorido de la escena de un crimen que no cometí, me senté y me puse a escribir. Es de esos caminos que no importa a dónde van, quizás voy a dejar que mis pasos... o mejor dicho, mis palabras, me lleven.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Las huellas en la arena



Me di cuanta un día, mirando a mis espaldas,
Que las huellas en la arena se habían borrado,
Que el viento y el mar se las habían llevado,
Y que los pasos que dejé, eran sólo del pasado.

Descubrí también, que el amanecer borró la luna,
Llevándose consigo la magia de la noche,
Dejando un sol radiante posado sobre el mundo,
Pero que en un ocaso se marcharía, tan sólo en un segundo.

Y la más bella melodía paró de ser escuchada,
Y el niño que lloraba secó sus lágrimas al dormirse,
Y es que nada es para siempre,
Lo que demora en nacer una vida, es lo que tarda otra en morirse.

Porque ni un vaso de leche tibia permaneció inmutable por siempre,
Porque ni una moneda de oro vencerá a los cuatro elementos:
Si no logra vencerla la corrosión de la mano del hombre,
Lo hará el fuego, lo hará el agua, lo hará la tierra o el viento.

Pero nada de ello ocurrió con algo que llevo adentro,
Nada me hizo borrar mis estrellas del firmamento,
Porque el amor sabe vivir, aun después de la muerte,
Y porque todo lo que sentía, es todo lo que ahora siento.

El tiempo podrá borrar mi cuerpo sobre la tierra,
Tal vez, como fue capaz con las huellas sobre la arena,
Pero no borrará mi amor, ni aun después de la muerte,
El tiempo borrará inclusive, la soledad y ésta terrible pena,
El tiempo devolverá la vida, cuando logre volver a verte.

Max Belaeff

19 – 02 – 2004

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